viernes, 26 de septiembre de 2008

Alejandra Pizarnik

Alejandra Pizarnik

Flora Alejandra Pizarnik nació el 29 de abril de 1936 en Buenos Aires, Argentina.
Estudió filosofía y letras en la Universidad de Buenos Aires y pintura con Juan Battle Planas.
Vivió en París desde 1960 hasta 1964, en donde trabajó para la revista Cuadernos y algunas editoriales francesas, publicó poemas y críticas en varios diarios, tradujo a Antonin Artaud, Henri Michaux, Aimé Cesairé, e Yves Bonnefoy, y estudió historia de la religión y literatura francesa en la Sorbona. Al volver a Buenos Aires, publicó tres de sus principales volúmenes, "Los trabajos y las noches", "Extracción de la piedra de locura" y "El infierno musical", así como su trabajo en prosa "La condesa sangrienta". En 1969 recibió una beca Guggenheim, y en 1971 una Fullbright.
Es una de las poetas más importantes de Argentina. Realizó su obra siendo una de las voces más representativas de la generación del '60. Su poesía, lírica, que roza el surrealismo fue una de las que más marcó a las posteriores generaciones poéticas de este país. Alejandra Pizarnik trabajó en su poesía las tradiciones románticas, simbolistas y surrealistas. Su poesía se encargó de poner en escena lo desgarrador del silencio creativo, abriendo una puerta para las nuevas mujeres poetas, para trabajar sobre ese material.
El 25 de septiembre de 1972, mientras pasaba un fin de semana fuera de la clínica siquiátrica donde estaba internada, falleció de una sobredosis intencional de seconal.


Balada de la piedra que llora

La muerte se muere de risa pero la vida
se muere de llanto pero la muerte pero la vida
pero nada nada nada.


La última inocencia, 1956

Azul

Mis manos crecían con música
detrás de las flores.
Pero ahora
por qué te busco, noche,
por qué duermo con tus muertos.


Las aventuras perdidas, 1958
Amantes


Una flor
no lejos de la noche
mi cuerpo mudo
se abre a la delicada urgencia del rocío.


Los trabajos y las noches, 1965


Niña entre azucenas

Obscenidad en algunos pequeños instantes del día compartido, no de la noche que es sólo mía. Alto tan modesto como una mano abrió mi ardiente memoria. Un gesto tenue al doblar los dedos cuando cerró la mano en forma de azucena. El execrado color de la azucena subió a mi cerebro con todo el peso fatal de su triste y delicado perfume. Instada por la visión de esta mano recogida por sí misma con dedos como cinco falos, hablé de la doble memoria. Evoqué las azucenas detrás de las cuales una vez me escondí, minúscula salvaje, para comer hormigas y cazar moscas de colores. El gesto de la mano dio una significación procaz a la figurita del memorial, la escondida entre azucenas. Comencé a asfixiarme entre paredes viscosas (y sólo debo escribir desde adentro de estas paredes). Tan ofensiva apareció la imagen de mi niñez que me hubiera retorcido el cuello como a un cisne, yo sola a mi sola. (Y luchas por abrir tu expresión, por librarte de las paredes.)

Prosa Completa, 2002


Portada de La Bota Literaria

buenos aires, argentina año III nº X

dedicado a Alejandra Pizarnik

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